Para desarrollar una planificación acorde con las necesidades reales de una organización, esta ha de establecer los objetivos de la calidad para las funciones y niveles correspondientes. Estos propósitos serán afines con la política de calidad definida por la alta dirección y, al fijarlos, se ha de tener en cuenta que los objetivos deberán propiciar la conformidad de los productos y servicios con un aumento de la satisfacción de los clientes. Para comprobar esto último, hay que tener en cuenta que los objetivos de calidad tienen que ser medibles y que los requisitos legales deben estar vigilados, para poder determinar si se cumplen o no.
Al definir los objetivos, hay que considerar también los requisitos aplicables; y, para garantizar que toda la organización trabaje conforme a ellos, habrán de ser comunicados. Además, si es conveniente, habrán de actualizarse.
Para lograr la consecución de los objetivos de calidad, la organización debe concretar qué va a hacer, qué recursos necesita para actuar, quién será el responsable de la puesta en marcha de las acciones definidas y cómo se evaluarán los resultados obtenidos a partir de la implementación de los procesos necesarios para ejecutar el Sistema de Gestión de la Calidad.